viernes, 18 de enero de 2013

Viernes de Superhéroes Bizarros: The Runaways

Y de nuevo retomamos los artículos ya publicados sobre superhéroes, esta ocasión con uno de mis grupos favoritos: los Runaways. Aunque el artículo tiene ya varios años, los Runaways no han sido olvidados: en el año 2012 se publicó un tomo recopilatorio de sus primeros números y las ventas debieron acompañar, pues para este año saldrá un segundo tomo que continúa donde quedó el primero.

Hace tiempo tenía la sensación de que en Marvel se estaba llevando a cabo una gran sucesión de ideas, a cada cual de ellas más innovadora. Pero en realidad no era así. No que las ideas no fueran innovadoras, que lo son, sino que fueran nuevas. Ya en la década de los noventa, en medio de la tan cacareada Marvelution, un autor llamado Paul Jenkins intentaba convencer a los jefazos de la casa de las ideas para que apostaran por el Vigía, un grandioso superhéroe que había estado en todos los acontecimientos esenciales del mundo Marvel pero que había sido eliminado de los recuerdos de los demás. Ya por aquellas fechas J.M. DeMatteis, que se encargaba de los guiones del Capitán América (y que creó a villanos memorables como Vermin) intentó matarle en una trama realmente magistral que incluía a su gran enemigo el Cráneo Rojo y en la que, tras su muerte, se decretaban en su honor unas horas de paz mundial con el cese de las armas. Tras aquello, DeMatteis proponía que su sustituto fuera un nativo —¿quién mejor para simbolizar los Estados Unidos?— y apostaba por Cuervo Negro.

El caso es que estas ideas se impusieron a las cabezas cuadradas que las rechazaron en su momento y hace poco llegaron a nosotros, un poco cambiadas pero esencialmente intactas. El de los Runaways es un caso similar a los anteriores. El problema de los Runaways para que en el pasado pasara de largo sin demasiado éxito, curiosamente, consistió en su abrumadora originalidad. No porque la idea fuera completamente nueva, pero sí porque resultaba muy fresca, tan fresca que parecía no encajar en el tan a veces estancado universo Marvel.


La premisa de los Runaways se puede resumir con un pequeño eslogan que en muchos casos sirvió de promoción de la colección: siendo adolescentes todos hemos pensado alguna vez que nuestros padres son unos malvados, pero ¿y si lo fueran en realidad?

La historia nos pone en la piel de un grupo de chicos de Los Ángeles cuyos padres se reúnen una vez al año con motivo de una sociedad benéfica que promocionan en conjunto. En principio parece que sus padres son los clásicos ricachones que no prestan demasiada atención a sus hijos, pero resultan ser mucho más que eso. Ya en el primer número se destapa el pastel cuando sus hijos, aburridos (ya que sólo se ven una vez al año y eso no hace que tengan mucha confianza entre ellos) deciden espiar a los progenitores y, sorpresa, están sacrificando a un joven muchacha, de la misma edad que ellos.

Pronto se sabe que los padres modelo resultan ser la cúpula de una organización llamada El Orgullo que controla casi por completo la ciudad de Los Ángeles. Son un grupo bastante heterogéneo que incluye hechiceros, mutantes, mafiosos, alienígenas e incluso viajeros del tiempo. Como resultado de su descubrimiento los chicos huyen para vivir por su cuenta, lo que marcará una constante en la colección, con el objetivo de desmantelar la organización de sus padres y desbaratar lo que parece ser un elaborado plan maestro.

La serie tiene muchos detalles que la hacen muy atractiva. Los Runaways son unos chavales muy jóvenes, y eso es algo que se enfatiza mucho a lo largo de la serie. A veces son irresponsables, otras veces alocados, casi siempre inexpertos. Uno de ellos, Molly Hayes, ni siquiera llega a ser una adolescente. El guionista, Brian K. Vaughan, es un auténtico experto manejando los diálogos e introduciendo muchos detalles de la cultura pop en la colección, como referencias a Pink Floyd o Cary Grant. A pesar de ser chicos jóvenes y un poco cabezalocas, cada uno de ellos es un mundo y están muy diferenciados, tanto en gustos como en actitudes y manera de ver la vida.


Otro detalle ciertamente rompedor con el estilo Marvel es la ausencia tanto de trajes como de nombres clave. Cada uno de los componentes del grupo suele vestir con un cierto estilo (como Nico Minoru, que casi siempre usa ropas góticas), pero están muy lejos de los disfraces encorsetados y las mallas con símbolos. Por otro lado, el asunto de los nombres es casi tomado a broma, y escogen seudónimos a cada cual más horrible pero, por otro lado, no hacen sino afianzar la idea de que los Runaways no son más que un grupo de chicos que no posen precisamente la templanza de otros grandes equipos como los Vengadores.

Pero eso sí, no por ser primerizos resultan ser menos poderosos. Los superpoderes que cada uno de ellos posee son bastante originales y, de nuevo, alejados del estándar de Marvel. Alex Wilder posee una inteligencia hiperdesarrollada, además de ser un genio estratega. Nico Minoru tiene en su poder un báculo mágico con el que puede intentar cualquier hechizo, pero sólo una vez en toda la vida. Si el hechizo falla no hay segunda oportunidad, aunque eso si, según su madre es un objeto tan poderoso que su portador podría doblegar al mismísimo Dormammu. Molly Hayes, a pesar de su juventud y su carácter infantil, es una mutante con una fuerza tan inmensa que llegó a separar a Capa de la dimensión oscura con la que está fusionado y que puede incluso rivalizar con Hulk. Karolina Dean es una alienígena que puede volar y que, al parecer, puede emplear la luz de diversas maneras. Chase Stein es un pequeño genio de las máquinas que ha llevado aparatos tales como guantes flamígeros y gafas de rayos X. Y por último mi favorita, Gertrude Yorkes, que heredó de sus padres un velociraptor traído del pasado y al que llamó Compasión, con el que posee un vínculo empático. A medida que avanzó la colección algunos miembros se fueron y aparecieron otros nuevos, de los que poco se puede decir sin desvelar más de la trama y sus orígenes. Basta con decir que el espíritu de la colección seguía siendo el de juntar a adolescentes cuyos padres tuvieran ansias de poder al más puro estilo supervillanesco.

La colección es aún muy reciente y no han aparecido muchos números, pero su calidad no deja lugar a dudas. De hecho es curioso que si hay algo que en mi opinión podría sobrar en los Runaways es, de hecho, el resto del universo Marvel. Varias veces se han cruzado con otros personajes que, o bien tratan de ayudarles por haber pasado por la misma experiencia que ellos (como Capa y Puñal) o bien tratan de recriminarles que están jugando a ser adultos (como los Nuevos Vengadores). Es posible que la utilización más interesante de otros personajes de la casa de las ideas venga de la mano de Excelsior (sigh), un grupo de superhéroes retirados que, al estilo de Alcohólicos Anónimos, tratan de ayudar a los chicos que fueron demasiado jóvenes cuando obtuvieron sus poderes. Algunos de sus miembros son Phil Urich (que fue durante un breve tiempo el Duende Verde), Cámara (antiguo miembro de Generación-X), Ricochet (miembro de los Slingers) y otro de mis héroes favoritos, el genial y atormentado Darkhawk, miembro tanto de los New Warriors como de los Vengadores de la Costa Oeste.


Los Runaways han interactuado también con los villanos Marvel, y no sólo malos de tercera, también han peleado contra algunos auténticos pesos pesados que es mejor no decir por si alguien tiene interés en leer la colección, pues su identidad tiene importancia argumental. Lo más importante es decir que lo aquí contado sólo es la punta del iceberg de una colección que ignoro qué camino tomará en el futuro, porque todo a fuerza de ser explotado se agota y más aún en el mundo de los comics, pero que seguro lo ya publicado no tardará en ser considerado un pequeño clásico moderno imprescindible de leer para ver una muestra de lo que se puede ofrecer hoy en día en el tan trillado mundo de los superhéroes.

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