De nuevo rescato un artículo, esta vez perteneciente al excelente universo de Marvel 2099. ¿Lo mejor? ¡No ha envejecido ni un solo ápice!
De qué iba: Miguel O’Hara (sí, nombre hispano) es un prestigioso y egocéntrico científico que trabaja para Alchemax, una de las principales corporaciones del planeta, la cual está dirigida por el corrupto Tyler Stone y controla Nueva York a efectos prácticos. O’Hara está involucrado en un proyecto para, mediante manipulaciones genéticas, reproducir en un sujeto los poderes de uno de los grandes héroes de hace cien años, Spiderman. Sin embargo los primeros experimentos resultan ser monstruosos, por lo que O’Hara desea abandonar la compañía. Stone, para impedirlo, introduce en su organismo una droga adictiva que sólo Alchemax vende. Para liberarse de la adicción O’Hara usa clandestinamente los resultados de los experimentos, pero uno de los ayudantes del proyecto, al que O’Hara desdeñaba, sabotea los controles e introduce el programa Spiderman… otorgándole, gracias a la droga que le recorre el cuerpo, dichos poderes.
¿Y cómo crees tú que
será el 2099?
Esa es una pregunta que muchos
aficionados a los comics Marvel somos incapaces de responder de manera
objetiva. Más que nada porque a la mayoría que hayan leído la línea de comics
Marvel 2099 les vendrán a la cabeza imágenes de dicho universo paralelo, como
las motos voladoras del Ojo Público, o tal vez un Doctor Muerte de plateada
armadura y siniestros ojos rojos. Pero no todo el mundo ha tenido ocasión de
leer esas interesantes historias, y menos aún teniendo en cuenta que cada vez
es más difícil encontrarlas en las tiendas, de modo que hablaré un poco de ello
a ver si alguien se anima a buscarlos o a pedírselos a ese amigo que tiene
comics que uno nunca habría imaginado.
Marvel 2099 fue una más de las
líneas argumentales que Marvel creó en los años noventa, un experimento
destinado a mostrar una especie de evolución futura de la era de los
superhéroes que mezclaba los argumentos más clásicos de la ciencia ficción con
los personajes estrella de la compañía. Con una estética muy cuidada y un
trasfondo entre postapocalíptico y cyberpunk, según la colección que se leyera,
surgieron cuatro colecciones que contaban con la gran baza de estar muy bien
interrelacionadas entre sí. Eran las siguientes:
Spiderman 2099
De qué iba: Miguel O’Hara (sí, nombre hispano) es un prestigioso y egocéntrico científico que trabaja para Alchemax, una de las principales corporaciones del planeta, la cual está dirigida por el corrupto Tyler Stone y controla Nueva York a efectos prácticos. O’Hara está involucrado en un proyecto para, mediante manipulaciones genéticas, reproducir en un sujeto los poderes de uno de los grandes héroes de hace cien años, Spiderman. Sin embargo los primeros experimentos resultan ser monstruosos, por lo que O’Hara desea abandonar la compañía. Stone, para impedirlo, introduce en su organismo una droga adictiva que sólo Alchemax vende. Para liberarse de la adicción O’Hara usa clandestinamente los resultados de los experimentos, pero uno de los ayudantes del proyecto, al que O’Hara desdeñaba, sabotea los controles e introduce el programa Spiderman… otorgándole, gracias a la droga que le recorre el cuerpo, dichos poderes.
Lo mejor: sin lugar a dudas, los
guiones de Peter David. Su visión moderna de Spiderman es muy interesante
puesto que en muchas cosas es el opuesto de su análogo del siglo pasado. O’Hara
es engreído, irresponsable y taciturno. No suele hablar en sus peleas ni soltar
chistes, y está sometido a fuertes presiones de Alchemax. Por otro lado, sus
poderes son parecidos a los de Spiderman, pero deformados: no se pega a las
paredes, sino que posee garras retráctiles en dedos de manos y pies; en vez de
sentido arácnido posee visión aumentada, similar a la de los insectos; sus
telarañas son orgánicas (como luego se imitaría en la película de Spiderman) e
incluso tiene colmillos y es capaz de inyectar veneno de una mordedura. Su
traje, como el resto del comic, es obra de Rick Leonardi, y posee un adecuado
diseño, propio del hombre que vistió a Spiderman con un traje negro.
Lo peor: si bien los comienzos de
la serie eran muy prometedores, con todo un elenco de notables secundarios
(incluyendo un holograma de Marilyn Monroe que controlaba la casa de O’Hara y
que se acaba enamorando de él), la falta de ideas hizo que se acabaran por
crear versiones 2099 de gran parte de sus villanos, estratagema que sólo se usó
una vez al principio con el Buitre 2099, personaje que, además, poco tenía que
ver en aspecto y motivaciones con el Buitre original. Eso acabó por desgastar
las historias y el personaje.
Doctor Doom 2099
De qué iba: Latveria, año 2099.
Un país convulso y atrapado entre intrigas empresariales, dominado con puño de
hierro por un cyborg llamado Tigre Wilde. Lejos del núcleo de poder, junto a un
castillo derruido, aparece un viajero del tiempo que dice ser Víctor Von Muerte,
antiguo monarca del país. Cien años han pasado desde su marcha, y sus gentes le
han olvidado. Aliado con sus hermanos de sangre, los gitanos, Doctor Muerte
aprende a sobrevivir en el nuevo mundo en el que ha caído, y tras un proceso de
adaptación a los medios, comienza la reconquista de lo que por derecho le
pertenece.
Lo mejor: el propio Doctor Muerte
y su trasfondo Shakesperiano. Una colección con semejante villano carismático
de protagonista prometía, más con sus contradicciones internas y su búsqueda
interminable del poder, así como las constantes dudas acerca de su pasado, un
pasado que sólo recuerda a medias, y pequeños misterios como el hecho de que su
rostro no estuviera desfigurado al llegar al futuro.
Lo peor: en el momento en el que
Muerte recupera Latveria, la historia cae por su propio peso. Lo divertido es
ver a los poderosos en situaciones complicadas, no hinchados de orgullo. Las
aventuras las tienen los plebeyos, no los reyes, y por eso la colección se fue
centrando cada vez más en los secundarios. Por otro lado, el ciberespacio, como
en la mayoría de los comics, resulta ser un esperpéntico lugar a la hora de
plasmarlo en imágenes.
Punisher 2099
De qué iba: Volvemos a Nueva
York, donde la ley es ejercida por unos policías fanáticos que usan motos
voladoras llamados el Ojo Público. Jake Gallows, uno de sus agentes, sufre la
pérdida de su familia a manos de un chalado que no tardó en ser puesto en
libertad poco después tras el pago de una nimia multa. Tales hechos hacen que
Gallows se inspire en la figura de Frank Castle, hombre del pasado que decidió
practicar su propia ley. De ese modo, con su experiencia y su arsenal de armas,
se convierte en Punisher, un justiciero sin escrúpulos que esconde su identidad
con hologramas de calaveras y tiene, entre otros recursos, una cámara de
ejecuciones privada y una prisión escondida en su propia casa.
Lo mejor: da la sensación de que
Punisher nació para el 2099. Sus métodos, brutales en el siglo anterior,
resultan incluso coherentes en el trasfondo en el que vive. Además de eso,
patrulla y pelea en zonas de la ciudad que poco tienen que ver con las de
Spiderman 2099; mientras que el telarañas lo hace en la zona alta, que se
edificó sobre la vieja ciudad, Punisher se mete en las cloacas donde viven los
desacreditados, sin acceso a sanidad ni hipermercados. Frases como ¿Sabes lo que es ir a ver a Papá Noel a los
ocho años y que él tenga que llamar a seguridad? lo dicen todo.
Lo peor: las limitaciones
argumentales de Punisher son trasladadas al 2099. Sus historias son un poco
monótonas, y no brilló ni en términos de guión ni de dibujo. En ocasiones,
además, no es que Jake Gallows se inspire en Frank Castle, es que parece Castle
en persona, como si lo hubieran congelado al más puro estilo Demolition Man. Se
echa de menos un intento de alejamiento del personaje original.
Ravage 2099
De qué iba: Paul-Philip Ravage
era un empresario que se encargaba de dirigir una empresa conocida como ECO,
hasta que fue traicionado por sus superiores, los altos cargos de Alchemax. A
partir de entonces decide convertirse en un enemigo declarado de las
corporaciones, prestando especial atención a los desastres ecológicos que
causan en el planeta, como infectar las nubes de bacterias y cosecharlas
después para que sean proteínas para hamburguesas. Una visita a la
penitenciaría de Hellrock, un lugar altamente radiactivo, lo convierte en una
especie de hombre bestia que cada vez usa métodos más brutales para acabar con
sus enemigos.
Lo mejor: se completa el cuadro
de Nueva York con la perspectiva de las altas esferas. Mientras que Spiderman
pelea contra los poderes fácticos y Punisher con los criminales de la calle,
Ravage va a la fuente del problema, a los mandamases. La doble moral de este
personaje lo hace también atractivo en ese sentido.
Lo peor: la colección no tiene
nada que la haga destacar de manera especial, y lo tenía aún más difícil por no
existir contrapartida del personaje en el universo Marvel usual. Sumemos además
que el autor era Stan Lee, un gran creador de personajes pero un hombre pésimo
para narrar historias y que siempre acababa cayendo en tópicos, y éste fue el
resultado… la colección más floja de las cuatro, que encima fue abandonada
prematuramente a su suerte por su autor.
Después de estos títulos hubo
otras tres colecciones, más raras de encontrar, aunque resulta interesante
hablar de ellas.
X-men 2099
De qué iba: la Gran Purga acabó
con el sueño. Los mutantes fueron arrasados en tales cantidades que su
supervivencia en el 2099 es una auténtica hazaña. Xi’an Chi Xan, un mutante de
oscuro pasado con la capacidad de desintegrar la estructura molecular de cualquier
cosa con una mano y curar heridas con la otra, está reuniendo un grupo de
mutantes en el radiactivo desierto de Nevada con la esperanza de crear un
grupo, no sólo que luche a favor de los mutantes, sino también de otros seres
desarraigados por sus anomalías genéticas. Inspirado por las doctrinas de
Charles Xavier y Magneto decide llamarlos los X-men.
Lo mejor: si los mutantes ya eran
odiados y perseguidos en los comics habituales, su versión futurista no lo
tiene mucho mejor. La causa mutante es aún más desesperada, y la sensación de
guerra más latente. Por otro lado el aspecto oriental de muchos personajes
resulta muy llamativo, así como su ubicación desolada y su relación con la
pervertida ciudad de las Vegas.
Lo peor: los originales pesan
mucho. Es difícil olvidar a Cíclope, Lobezno y compañía, aunque los personajes
son interesantes. Por otro lado, el hecho de que los mutantes sean pocos
elimina el interesante trasfondo de la problemática social.
Hulk 2099
De qué iba: nos trasladamos a
California. Un terremoto hizo trizas buena parte de esta soleada región, pero
eso no parece importar a la industria de Hollywood, más depredadora que nunca.
John Eisenhart es uno de tantos peones que trabajan para ella, un tipo capaz de
engañar a cualquiera con tal de conseguir los derechos para explotación
cinematográfica de su imagen. Eso es precisamente lo que trata de hacer con los
Caballeros de Banner, un grupo que proclama su aversión a la sociedad y a la
civilización del 2099. Cuando descubre que los Caballeros de Banner poseen
aparatos de rayos Gamma, ilegalizados desde aquel experimento que creó un
monstruo más de cien años atrás, los denuncia con la esperanza de obtener sus
derechos de imagen, pero sus remordimientos le lleva a ayudarles. Sin embargo
un nuevo accidente ocurre, y Eisenhart recibe una dosis de radiación gamma que
altera su cuerpo…
Lo mejor: el cambio de aires del
personaje, así como que Hulk no es una bestia sin control ni mente, pero sin
embargo empieza a desdeñar a su identidad civil y a otros rosados humanos por considerarlos débiles.
Lo peor: todo lo demás es
demasiado similar. Su origen se basa en el fondo en la radiación gamma, y su
aspecto, aunque exagerado, no tiene nada que lo haga digno de mención. Algunos
detalles como colmillos, placas de estegosaurio, manos y pies con garras, y
poco más. Sigue siendo verde, sigue llevando pantalones de tela de una
resistencia absurda.
Ghost Rider 2099
De qué iba: las leyendas urbanas
también tienen su razón de ser en el 2099. Como aquella que habla de los
Ghostworks, conciencias de personas que al parecer murieron mientras estaban conectadas
a la red. Sin embargo su historia es abrumadoramente real, como muestran los
repetidos intentos de grandes empresas de destruir su presencia perniciosa y
amenazante. Los Ghostworks, sin embargo, necesitan de un agente, alguien que
pueda regresar para pelear por ellos. Su búsqueda les lleva a Zero Cochrane,
arrogante pirata informático y miembro de una pandilla, los Hotwire Martys.
Muchos de los miembros son asesinados, incluido él mismo, pero su conciencia
cae en la red justo en el momento de su muerte. Tras ofrecerle la resurrección
para vengar a sus amigos, Zero acepta, y regresa implantado en una aterradora
armadura cibernética de tecnología muy avanzada, una armadura con un cráneo
metálico y llameante, símbolo y homenaje a los compañeros caídos de Zero.
Lo mejor: se huele el buen
cyberpunk por todos lados. Conceptos clásicos del Neuromante y otros libros
enriquecen la historia en vez de ser un lastre. Otro gran acierto es dejar de
lado el asunto sobrenatural y centrarse en el ciberespacio, que a efectos
prácticos ejerce la misma función mística en el 2099.
Lo peor: llegó tarde, demasiado,
y parecía un buen pilar para promocionar la estética de Marvel 2099. Aparte de
eso, no se basa en un personaje demasiado carismático ni prolífico en ventas.
Su lucha contra las corporaciones en nombre de los Ghostworks, por otro lado,
hace que se abuse de nuevo de estos enemigos, ya batallados por Spiderman,
Ravage y Muerte de manera especial y los otros en particular.
De modo que espero que a alguien
le hayan resultado llamativas las historias, y en cuanto a conseguirlas, bueno,
no hay mal que cien años dure y tal vez un día asciendan al olimpo de los
comics reeditados.
NOTA NUEVA: Os recomiendo, si os interesa este universo, este magnífico artículo de Bibliópolis donde analizan el trasfondo económico que llevó a la creación de este universo, en plena crisis del comic, y cuentan muchísimas anécdotas del mismo:
http://www.bibliopolis.org/articulo/2099.htm
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