Siempre suelo hablar de comics de superhéroes al uso, a menudo de Marvel aunque a veces me centro en la Distinguida Competencia (DC). Bien, hoy voy a lanzarme con algo diferente. Se trata de uno de esos comics que caen en nuestras manos porque nos los deja un colega que dice 'tío, esto no se parece a nada que hayas leído antes'.
¿Es esa una afirmación exagerada? Bueno, si nos ponemos estrictos todo nos recuerda a algo, pero en casos como el de Chew, sin duda, se pone al límite los parecidos razonables con una trama, cuando menos, 'peculiar'.
El protagonista de Chew (publicado por Image Comics, la antaño impulsora de Spawn o Savage Dragon) es Anthony Chu, un policía que además es también cibópata. ¿Que qué es eso? En palabras exactas del comic:
Tony Chu es cibópata. Eso significa que puede morder un plátano y sentir en qué árbol creció, qué pesticidas se usaron en la cosecha y cuándo se recogió. O puede comerse una salchicha y sentir algo completamente diferente.
Con esta premisa está claro que uno no está ante un comic convencional. Si empezáis a elucubrar el potencial de este 'poder' en todo su esplendor, llegaréis a conclusiones cuanto menos... peregrinas, en el mejor de los casos, cuando no gamberras o escatológicas, en otros. El caso es que Chu es un poli de esos que cumple la ley a rajatabla, modosito y respetuoso con las normas, lo cual no hace sino más bizarro aún el hecho de que posea tal poder que, por supuesto, detesta tener (a menudo tiene que probar una gota de sangre de un sospechoso o morderle para poder conocer su nombre y procedencia... y cuando hay un homicidio mejor os imagináis vosotros el resto :D).
Chu no tarda en ser destinado a una unidad más... adecuada a sus cualidades, con un jefe, que es un personaje impagable, que le odia y le considera el bicho más raro del Universo. Al principio tiene de compañero a Mason Savoy, otro cibópata como él, pero no tarda en secundarle el que es sin duda el personaje más grande e hilarante de toda la colección: John Colby, el excompañero de Tony Chu, al que le atizan en toda la jeta con un cuchillo de carnicero en el número 01 y nos pensamos que no volveremos a ver el pelo de nuevo ni de coña marinera. Pero nada más lejos de la realidad: le reconstruyen media cara y de ese modo se convierte en el poli biónico más caradura, alocado, cachondo mental, insensato (se tira al jefe de Tony Chu sólo para que deje en paz a su compañero) pero de plena confianza que jamás veremos en las páginas de un comic.
El mérito de la idea, tal como decía mi amigo con gran acierto, es que los autores, John Layman y Rob Guillory, convierten lo que en manos de otro hubiera sido una graciosa novela gráfica de cinco números en toda una colección regular que está arrasando en ventas y ha ganado multitud de premios, entre ellos el codiciado Premio Eisner o el Premio Harvey del año 2010. Y es que con gran astucia, convierten a la comida en el trasfondo de toda la colección, ambientando la historia en un mundo en el cual la carne de pollo está prohibida debido a una epidemia de gripe aviar que aniquiló a millones de personas.
Además de eso, el elenco de bichos raros con poderes culinarios no acaba con Tony Chu. A medida que la serie avanza conocemos a su novia Amelia Mintz, una saboescribana (puede describir la comida con tal precisión que sientes lo mismo que ella cuando la estaba comiendo), a un sujeto llamado Daniel Migdalo que es vorósofo (cuando más come, más listo se vuelve), o mi favorito, el poder de uno de los enemigos de Chu, Hershel Brown, que xocoescultor, esto es, puede esculpir cualquier objeto en chocolate con tal precisión que adquiere las mismas propiedades del objeto real. Brown es de hecho traficante de armas, como ametralladoras o cuchillos, y de los más apreciados. Pero la lista es inmensa: gente capaz de seducir a cualquiera con el que coma, de tomar la forma de lo último que comieron, o de hablar el idioma de la nacionalidad del plato que acaban de cocinar. Sí niños y niñas, por si os pensábais que ya estaban creados todos los superpoderes, aquí tenéis una muestra de lo contrario XD
Y si los poderes son raros, las vueltas de tuerca de la trama son ya excelentes. Dejando al margen que los guiones están muy trabajados y que, incluso quitando toda la rarunez de la comida, Chew es una excelente novela negra con grandes toques de humor y diálogos ágiles y chispeantes, encima es que los autores tienen ideas descabelladas como mandar a Tony Chu al Área 51 para que... ¿de verdad es necesario que siga diciéndolo? XDD
En resumen, una serie realmente original y fresca, quizá no para todo el mundo, pero sin duda a la que merece la pena echar un vistazo sólo para ver las cosas peculiares que se cuecen hoy en día en el mundo del comic.
¿Es esa una afirmación exagerada? Bueno, si nos ponemos estrictos todo nos recuerda a algo, pero en casos como el de Chew, sin duda, se pone al límite los parecidos razonables con una trama, cuando menos, 'peculiar'.
El protagonista de Chew (publicado por Image Comics, la antaño impulsora de Spawn o Savage Dragon) es Anthony Chu, un policía que además es también cibópata. ¿Que qué es eso? En palabras exactas del comic:
Tony Chu es cibópata. Eso significa que puede morder un plátano y sentir en qué árbol creció, qué pesticidas se usaron en la cosecha y cuándo se recogió. O puede comerse una salchicha y sentir algo completamente diferente.
Con esta premisa está claro que uno no está ante un comic convencional. Si empezáis a elucubrar el potencial de este 'poder' en todo su esplendor, llegaréis a conclusiones cuanto menos... peregrinas, en el mejor de los casos, cuando no gamberras o escatológicas, en otros. El caso es que Chu es un poli de esos que cumple la ley a rajatabla, modosito y respetuoso con las normas, lo cual no hace sino más bizarro aún el hecho de que posea tal poder que, por supuesto, detesta tener (a menudo tiene que probar una gota de sangre de un sospechoso o morderle para poder conocer su nombre y procedencia... y cuando hay un homicidio mejor os imagináis vosotros el resto :D).
Chu no tarda en ser destinado a una unidad más... adecuada a sus cualidades, con un jefe, que es un personaje impagable, que le odia y le considera el bicho más raro del Universo. Al principio tiene de compañero a Mason Savoy, otro cibópata como él, pero no tarda en secundarle el que es sin duda el personaje más grande e hilarante de toda la colección: John Colby, el excompañero de Tony Chu, al que le atizan en toda la jeta con un cuchillo de carnicero en el número 01 y nos pensamos que no volveremos a ver el pelo de nuevo ni de coña marinera. Pero nada más lejos de la realidad: le reconstruyen media cara y de ese modo se convierte en el poli biónico más caradura, alocado, cachondo mental, insensato (se tira al jefe de Tony Chu sólo para que deje en paz a su compañero) pero de plena confianza que jamás veremos en las páginas de un comic.
El mérito de la idea, tal como decía mi amigo con gran acierto, es que los autores, John Layman y Rob Guillory, convierten lo que en manos de otro hubiera sido una graciosa novela gráfica de cinco números en toda una colección regular que está arrasando en ventas y ha ganado multitud de premios, entre ellos el codiciado Premio Eisner o el Premio Harvey del año 2010. Y es que con gran astucia, convierten a la comida en el trasfondo de toda la colección, ambientando la historia en un mundo en el cual la carne de pollo está prohibida debido a una epidemia de gripe aviar que aniquiló a millones de personas.
Además de eso, el elenco de bichos raros con poderes culinarios no acaba con Tony Chu. A medida que la serie avanza conocemos a su novia Amelia Mintz, una saboescribana (puede describir la comida con tal precisión que sientes lo mismo que ella cuando la estaba comiendo), a un sujeto llamado Daniel Migdalo que es vorósofo (cuando más come, más listo se vuelve), o mi favorito, el poder de uno de los enemigos de Chu, Hershel Brown, que xocoescultor, esto es, puede esculpir cualquier objeto en chocolate con tal precisión que adquiere las mismas propiedades del objeto real. Brown es de hecho traficante de armas, como ametralladoras o cuchillos, y de los más apreciados. Pero la lista es inmensa: gente capaz de seducir a cualquiera con el que coma, de tomar la forma de lo último que comieron, o de hablar el idioma de la nacionalidad del plato que acaban de cocinar. Sí niños y niñas, por si os pensábais que ya estaban creados todos los superpoderes, aquí tenéis una muestra de lo contrario XD
Y si los poderes son raros, las vueltas de tuerca de la trama son ya excelentes. Dejando al margen que los guiones están muy trabajados y que, incluso quitando toda la rarunez de la comida, Chew es una excelente novela negra con grandes toques de humor y diálogos ágiles y chispeantes, encima es que los autores tienen ideas descabelladas como mandar a Tony Chu al Área 51 para que... ¿de verdad es necesario que siga diciéndolo? XDD
En resumen, una serie realmente original y fresca, quizá no para todo el mundo, pero sin duda a la que merece la pena echar un vistazo sólo para ver las cosas peculiares que se cuecen hoy en día en el mundo del comic.
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