Vista entera Ajín, y debo decir que es una serie que, si bien me ha llamado la atención, me ha costado conectar con ella por varios motivos que pasaré a explicar. Pero no con ello quiero criticar su calidad, que me parece excelente.
Lo primero de todo, Ajín es una serie que tiene un alto grado de oscuridad enmcarcada en la trama. No tanto en la estética, que es bastante limpia y clara, como en el argumento en sí. La serie se centra en los llamados Ajín, personas que llevan vidas normales, en entornos normales, hasta que una desgracia pone fin a sus vidas. Es en ese momento cuando se manifiesta su condición de Ajín: seres virtualmente inmortales que se pueden curar y regenerar de cualquier herida fatal infringida contra ellos. Y cuando digo cualquiera, es cualquiera. Como muestra un botón, el protagonista de esta historia, Kei Nagai, descubre que es un Ajín tras un accidente de tráfico que le deja hecho puré en un sentido casi literal de la palabra.
A causa de su condición casi inhumana, los Ajín son perseguidos y temidos por todo el mundo en general. La opinión pública sabe poco de ellos porque se les captura rápidamente y se les pone bajo custodia; la realidad es que se realiza con ellos atroces experimentos donde se les mata una y otra vez para obtener órganos de manera ilimitada o probar toda clase de armas letales en ellos. Cabe señalar que, aunque pueden recuperarse de casi cualquier herida, incluso de extremidades perdidas, eso no implica que no sufran un tremendo dolor.
El protagonista, Kei, pasa de ser un estudiante desafectado y muy poco empático a convertirse en poco menos que la moneda de cambio de una guerra secreta entre los Ajín y los humanos normales. Entre los Ajín hay uno llamado Satou al que también conocen con el mote de Boushi (sombrero en japonés, por uno que lleva siempre). Boushi le ha declarado la guerra a los humanos, muy en el estilo de Magneto, y Kei se ha convertido en su antagonista principal, al no tener interés en la causa de los Ajín e incluso en ocasiones ayudar al gobierno contra ellos.
La serie es muy realista bajo una premisa extremadamente irreal. A tal punto el contraste es fuerte, que los Ajín tienen un poder secundario que lo enfatiza aún más: la capacidad de expeler una suerte de demonio de sus cuerpos que toma la forma de una bruma con silueta humana. Esta bruma suele actual bajo las órdenes de su dueño, pero algunas, como la de Kei, parecen tener cierta autonomía propia.
La serie ahonda de manera muy potente en lo que implica la irrupción de unos seres así en el mundo tal y como lo conocemos, y no elude situaciones grotescas como, por ejemplo, qué pasaría si a un Ajín se le cortara la cabeza. El estilo gráfico acentúa ese enfoque maduro con unos dibujos sobrios que, además, están muy potenciados con efectos por ordenador. El resultado es un enfoque a medio caballo entre el CGI y la animación tradicional que resulta muy adecuado con el estilo general de la serie, que diverge en muchas cosas de los animes clásicos, más dados a divagar con escenografía colorida o personajes más histriónicos.
Ajín es, en resumen, una serie llamativa, no un imprescindible ni mucho menos, pero sobre todo la apreciarán aquellos que busquen un alto realismo gráfico, que no tengan miedo de enfrentarse a personajes pausados y realistas y, sobre todo, busquen un punto maduro en las tramas y también estén convencidos de la maldad inherente del ser humano cuando ve amenazar su status quo y el del entorno que le rodea.
Página de Magnus Dagon, con enlaces a sus libros, sus relatos y otras secciones: "Credit 1" (dedicada a los videojuegos), "Grandes Villanos de Marvel Universe" y "Animecríticas".
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